Por medio de esta carta quiero narrar mi historia de los 42k de las flores esperando que atiendan a mi llamado y mejoren el evento para futuras ocasiones.

maraton de las floresMe llamo María Isabel Figueroa, tengo 24 años y desde hace unos 4 años empecé a trotar, nunca me imagine que fuera a llegar tan lejos de ser capaz de correr 42k pero aun así, con mucha preparación, largas jornadas de entrenamiento, una buena alimentación y 20 kilos menos, en enero de este año corrí la maratón de Disney en Orlando, mi tiempo aunque para nada bueno para un corredor profesional para mi significaba el haber tocado la cima de una montaña que jamás creí que podía escalar, con 6:06 minutos me estaba esperando Mickey Mouse en la meta para darme un abrazo y con lagrimas en los ojos, no se si de cansancio, de dolor o de alegría allí estaba; desde ese día hice un compromiso: viajar por todo el mundo corriendo maratones, para ello decidí que haría como entrenamiento la Maratón de mi ciudad, la Maratón de las Flores, la cual era un reto muy grande por el clima y el recorrido que  me esperaba; así fue entonces como con 16 semanas de anticipación, el debido acompañamiento de mi entrenador empecé otra vez a prepararme para una maratón, el día 14 de septiembre había llegado, el clima era perfecto, una mañana medio fría, gris, sin mucho sol, empecé entonces a correr la maratón, regulando mi paso, sabia que iba a un paso lento, pero seguro y dentro del tiempo exigido por el evento, mi pronostico era hacer entre 5:30 y 5:40, la jornada iba como de esperarse buena hidratación, buen acompañamiento por parte de la organización hasta que llegue al desvió de los que estaban corriendo 21k donde quedábamos unos cuantos entre ellos mi amiga Lina que íbamos muy a la par, esta era su primera maratón.

La avenida del Poblado se mostro algo desinteresada por lo que sucedía ya que era un día de ciclo vía como cualquier otro, no había un carril para nosotros  y a medida que el recorrido avanzaba se escaseaban los puntos de hidratación al igual que el personal que nos decía por donde seguir, aun así Lina y yo seguíamos, entramos a envigado y cada vez la ciudad se mostraba mas parca e intolerante frente a la situación, ya que la circulación de los carros en esta zona era completamente normal como si no estuviera pasando nada; le dije a mi amiga; tal vez es que vamos de ultimas pero aun así íbamos dentro del tiempo estipulado; en un semáforo nos toco parar a esperar a que se pusiera en rojo para poder cruzar la calle; mas adelante le pedí a un guarda de transito que parara los carros para que pudiéramos seguir con nuestra maratón que cada vez parecía un entrenamiento mas que la carrera esperada con tanto tiempo de anticipación; el guarda  me regaño alegando que ya el evento se había acabado a lo que le respondí que era imposible, aun estábamos nosotras y con certeza alguien mas iría detrás además que estábamos dentro del tiempo de carrera, en fin, entrabamos ya a Sabaneta y dejamos de ver hidratación por lo menos unos 5k e íbamos por la acera porque no había separación alguna y ya los carros transitaban a su antojo, el disgusto por la situación era compartido pero aun así habíamos entrenado y estábamos decididas a terminar como fuera, pasamos mayora cuando sentimos a la ambulancia haciendo el cierre de la vía, aun así, íbamos bien de tiempo; la ambulancia se volvió una situación de estrés mayor como si de por si hacer una maratón no lo fuera porque se nos acercaba, se alejaba dando la idea que nos estaba acosando para que la dejáramos pasar, para que nos rindiéramos aun así decidimos continuar; ya llegando al retorno en La Estrella, sin hidratación, sin apoyo del evento y con la ambulancia acosando detrás le dijimos que si tenia mucho afán siguiera y nos dejara atrás, y así fue nos dejaron a un lado y con ella pasando en el medio de mi compañera y yo dos motos con personal de staff de camiseta roja, era oficial estábamos solas y aparentemente en la cola de la carrera, luego venia un carro recogiendo material de apoyo y ya en medio del desespero y la aburrición Lina y yo decidimos abandonar la competencia y con ella nuestro sueño de cruzar la meta como triunfantes se había desvanecido.

En el kilometro 30 en un tiempo de 3:45 nos subimos al carro que nos dejo en la estación del metro; esperando el tren, vimos que no éramos las ultimas, y alcanzamos a contar al menos 6 personas que iban detrás; la frustración y la aburrición que se siente junto con el cansancio de un esfuerzo en vano es ensordecedor, nos bajamos en la estación poblado y nos encontramos con dos señores mayores que tenían en la espalda la bandera de USA, cordialmente los saludamos y nos preguntaron que donde seguía la carrera, se habían perdido por completo; lo que me confirma a mi, que hubo falta de acompañamiento durante el evento, mi amiga tomo un taxi y se fue para su casa, yo en cambio con mucha tristeza viendo gente pasar decidí terminar la carrera, solo por tener una vez mas la sensación de cruzar la meta; pero esta vez no sentí ni alegría ni orgullo ni tristeza, no sentí nada porque habiendo corrido 34k sentía que no había hecho nada; no le echo la culpa a la organización del evento ni a mi ni a la ciudad;  pero sí tengan en cuenta que los corredores que hacemos esto por pasión sin pensar en los tiempos, solo por satisfacción tenemos derecho a ser tratados con la misma dignidad que los corredores elite dentro de la carrera y hasta el ultimo en cruzar la meta es un ganador.

Ojala mi relato les sirva para los años venideros y con certeza estaré el otro año dándole la revancha a esta maratón parca, hostil y desconsiderada; pero soy terca y si Dios quiere allí estaré.


Maria Isabel Figueroa