Primera Carrera de Aventura - Alejandro Rodriguez
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Domingo 7 de Junio de 2009.
5:00 a.m. Suena el despertador, me pongo la “pinta” de aventura, así sin bañarme porque para volver aún más sucio…
Un rápido desayuno de “Cor-fleis” (Todo cereal puede ser cor-fleis) y morrales, cascos y bicicletas al carro. Creo que no falta nada.
6:05 a.m. Llego a la Av. Boyacá con calle 53, frente a Olimpica. Recojo a mi co-equipero (Diego) y a nuestra asistencia (Papá).
7:05: Llegamos al Nuevo centro deportivo de Faca, Cundinamarca. Entramos y registramos nuestra inscripción. Debemos comprar un kit escolar que dejaremos en una escuela durante el recorrido. Es una buena idea, ya que es una ayuda para los niños de esas veredas y nuestros carros, bicicletas, implementos y demás pasaron por los $ 3.000 hace mucho.
Nos entregan el mapa y los números de carrera, 03.
Nos ponemos en la tarea de marcar los puestos de control (PC) en nuestro mapa. Hay unos mapas modelo pegados en las columnas para esto.
Una vez listo, sobre nuestra mesa de trabajo (el capó del carro) fijamos el recorrido, señalamos rumbos, y … se nos olvidó el papel contact. De vuelta en la mesa de registro, lo compré y forramos el mapa y el recorrido a seguir. Aquí aprendimos que Diego no debe forrar esas cosas. No sabe usar el contact. Por favor, alguien que lo ponga a forrar libros hasta que aprenda.
Ahora sí, con el mapa protegido contra agua, barro, y demás; comenzamos a alistar el equipo que llevaríamos y las bicicletas.
Luego, a la línea de salida. Justo a tiempo. A las 8:40 comenzaron las indicaciones y finalmente a las 9:00 a.m. partimos rumbo a PC1, un puesto sobre la línea férrea. Gran montonera de bicicletas, 3 cuadras, cruzamos la carretera, otras 3 cuadras, línea férrea, no cabemos todos, finalmente, pasamos y nos ubicamos en la fila de corredores. De brinco en brinco sobre las traviesas fuimos avanzando. Pronto debimos frenar fuerte, la fila se detuvo y un corredor delante nuestro estaba entre un caño; había perdido el equilibrio en la bicicleta por lo inclinado y angosto del paso y había caído como una plasta entre el caño, pero estaba bien… bien mojado y apenado…
Pronto continuamos tan solo para volver a detenernos ante la caída del siguiente corredor; éste no a un caño, sólo pastico. Seguimos avanzando y nuestra desconocida pesadilla se aproximaba; una zona de ramas y palos en el suelo. Y de pronto, traca, traca, matraca, una rama estaba enredada en la rueda trasera de la bicicleta de Diego. Nos detuvimos y pensamos en sacar la rama y seguir, pero al observar la rueda, vimos un trágico cuadro; el tensor roto en 2 partes… Y ahora qué? Sin tensor, sin cambios, sin poder pedalear, sin una bicicleta… nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.
Tomé la decisión de avanzar trotando y empujando las bicicletas; recorrimos un buen tramo y Diego tuvo la idea de quitar el tensor, romper la cadena, acortarla y volverla a unir, de manera que pudiéramos seguir así fuera con un solo cambio. Nos detuvimos y nos pusimos a desarmar y re-armar. Si ya habíamos perdido tiempo trotando, aquí sí que perdimos todo el tiempo del mundo; ya habían pasado todos los equipos y no se veía sino a una persona unos metros adelante. Parecía ser el PC1. Ya con la cadena lista, seguimos y la cadena se acomodó en un piñón más grande, así que la cadena quedó tan tensionada que sabíamos que pronto se rompería si no lo solucionábamos. Llegamos así a PC1 y nos enteramos que faltaban 2 equipos por pasar; bueno, no éramos los últimos.
Pero… y la cadena… Diego decidió soltar la llanta trasera para aflojar la cadena, reacomodarla y volver a apretar la llanta. Funcionó, seguimos montados aunque la velocidad no era mucha, pues no se podía usar ninguna otra combinación de cambio. Iríamos toda la carrera en 2 – 2.
Al final del tramo de vía férrea, tomamos una carretera destapada a la izquierda y comenzó el ascenso. Se pedaleó hasta donde se pudo, pero la pendiente requería un cambio de mayor potencia; así que los tamos más pendientes se hicieron a pie. Después de ascender entre las nubes que habían bajado sobre nosotros para cobijarnos con su frío, llegamos a la cima y comenzó el descenso; de nuevo podíamos montar y llevar una buena velocidad. Por el camino encontramos a otro equipo deshinchando... bien, íbamos alcanzando a algunos de los últimos. Pronto llegamos a PC2, nueva revisión del mapa y seguimos descendiendo.
Luego nos detuvimos a revisar nuevamente ya que no encontrábamos el desvío hacia PC3. Y nos fuimos de exploradores solitarios esperando no ser vistos por ningún juez. Diego de vuelta hacía arriba a pie, y yo hacía abajo. Nada. Media vuelta hacía arriba hasta encontrarnos nuevamente. Nueva revisión del mapa y ¿?????? Ni idea. Les cuento que mi bicicleta cuenta con un moderno odómetro Cateye Velo 5 que funciona a las mil maravillas siempre que no se lo necesita; por lo tanto había dejado de marcar (velocidad, distancia) hacía un rato. Así que basados en la ausencia de huellas de bicicleta decidimos seguir devolviéndonos hasta que vimos algo…, era como una loma-potrero con piedras, pasto, tierra, árboles y a un “man” bajando con la bicicleta al hombro. “Será por aquí???” Y aunque la pregunta era entre nosotros, el “man” (creo que era un fantasma porque que diablos hacía alguien “normal” por esa trocha con la bicicleta al hombro????) respondió: “sí, es por ahí. Allá arriba hay más gente”. Pues ni idea, pero hágale. Como era un terreno con tierra húmeda, fácilmente vimos las huellas de pisadas y llantas de bicicleta de otros corredores.
Pues suba y suba y suba… hasta el infinito y más allá, por un camino de sub-herradura; por entre un bosque. La bicicleta avanzaba empujada con cierto esfuerzo por algunas zonas, pero en otras avanzaba sobre nuestros hombros, ya que por el terreno, piedras y escalones era imposible empujarla. Tras algunos minutos de recorrido vi a otro equipo adelante nuestro; los alcanzamos, nos dieron paso y los fuimos dejando atrás. Finalmente, otra cima coronada, comenzó el plano y pronto el descenso; nuevamente sobre las bicicletas bajamos a lo que el terreno lo permitía. Curvas, piedras, tierra, saltos, carros por el lado izquierdo de ellos, que era el derecho nuestro (mejor dicho, de frente), derrapadas y overoles naranja de la defensa civil. Llegamos a un cruce y tras un corto ascenso, estaba PC3, la escuela donde debíamos dejar el kit escolar y las bicicletas para hacer un tramo en trekking.
Una bajada al trote, un giro, otro cruce y nuevamente ascenso. Caminamos a lo que nos daban las piernas; y nuevamente subimos y subimos y subimos. Aquí encontramos varios equipos ya de vuelta de PC4; nos acercábamos a algunos de ellos. Después de un rato por fin nos acercábamos a PC4, la voz de nuestra asistencia (recuerdan que era mi papá?); luego un corto pero fuerte ascenso más y PC4. El juez allí anotó la hora en la credencial y por primera vez fuimos conscientes de ella. La una de la tarde. Llevábamos 4 horas dándole y nos faltaban 6 PCs más. Una vez más, baje y baje y baje al trote. De vuelta en la escuela que también era PC5, otra vez estábamos sobre las bicicletas rumbo al PC6 (Unidad deportiva de donde habíamos salido). Un descenso rápido y un plano lento a lo que daba el cambio 2- 2 nos llevaron allí. Dejamos las bicicletas, recogimos los neumáticos de camión, la bomba de inflar y al trote hacía PC7, un punto dentro del pueblo.
Ahora llovía (Diego aprendió que nunca se debe dejar la chaqueta impermeable) y nosotros caminábamos por el centro de Faca. Cuando finalizó el conteo de cuadras según el mapa, estábamos en la entrada del parque Las piedras del tunjo. Allí era. Entramos, a la derecha, ascendimos por una piedra resbalosa por la lluvia y llegamos a PC7; prueba: Tirolesa. Alcanzamos a otro equipo. Ya a punto de ponernos los arneses detuvieron la prueba porque nuevamente diluviaba. Aprovechamos para comer alguito. Luego, escampó, arneses puestos, amarrado a las cuerdas y avance. Aquí fui consciente de lo que pesa un neumático de camión que iba en mi morral mientras yo colgaba boca-arriba de la cuerda. Hale que hale con las manos llegué al otro lado. Mi asistencia gritó “gírese a la izquierda”. Así lo hice y quede de frente a la piedra. Me sostuve con manos y pies como pude, me abracé a una saliente de la roca y recuperé fuerzas. Un pie arriba, impulso, halé con los brazos y de alguna manera subí la roca. Diego arrancó la tirolesa mientras yo descendía de esa piedra por una cuera con nudos. Eso más que descender se debe llamar resbalar.
De nuevo, suba la piedra resbalosa, entregue arneses, recoja el pasaporte y siga. Ya abajo me disponía a sacar el mapa para revisar la dirección y ubicación de PC8, pero nuestra asistencia nos dijo: “por acá hay un atajo y llegan al lago para la siguiente prueba”. Así que lo tomamos, llegamos al lago y cuando nos disponíamos a inflar los neumáticos oí una voz: “les falta una firma”. Cómo así? Sí, les falta rappel. Pues ahora sí saqué el mapa y ubique PC8. Aquí aprendimos a siempre revisar el mapa antes de continuar, así sea para corroborar la dirección dada por quienes no acompañan. Y caminamos, y caminamos, y caminamos en ese parque buscando PC8. Casi no, pero finalmente, lo encontramos. Ascendimos a la roca, arneses listos, descendimos, el 8 muy caliente, y de nuevo hacia el lago.
Ahora sí en el lago (PC9), a inflar neumáticos con bomba y … 10 minutos más tarde, al agua sobre el neumático, chapuceando como podíamos avanzábamos hacia el otro lado. Una vez allá, caminamos entre lodo, tomamos la pinza perforadora e intentamos perforar el número de carrera. Casi no se logra, no sé si porque así de dura era la pinza, el material o ya quedaban pocas energías. Con una perforación con forma de osito en los números de carrera, emprendimos el regreso. Ya habíamos descubierto una zona en la que se alcanzaba a tocar al fondo con los dedos, así que impulsándonos de piedras, palos, llantas, etc. y chapuceando un poco llegamos de vuelta. Ahora hacíamos la parte de la prueba más fácil y cómoda de toda la carrera; echados sobre los neumáticos, los desinflábamos para presentarlos al juez y recibir el pasaporte para seguir hasta la meta.
Y ya un poco agotados caminamos-trotamos-comimos-hidratamos hasta la meta en la unidad deportiva.
Habían sido alrededor de 6 horas de carrera, un daño mecánico, un par de perdidas, dos aguaceros, mucho Gatorade, algunas galletas y chocolatinas, muchos pedalazos, pasos caminando y trotando, un nadadito de perro, muchos aprendizajes, experiencias, cansancio acumulado y una gran aventura.
Mientras llegaba la hora de cierre de meta y la premiación, al calorcito del carro comimos sanduches de jamón y queso, ensalada de verduras con atún, con la hoja de la navaja a falta de cuchara. Otro poco de Gatorade y por fin llegó la premiación.
Queda agradecer a todos los que colaboraron con la causa. A Goyes Motor Design por las camisetas (ahora negras); a nuestra asistencia por la compañía, el ánimo, los chalecos, la comida y toda la ayuda; a Diego por aventurarse en estas locuras conmigo, por las buenas ideas ante la avería, las perdidas y el frío, por el ánimo y esfuerzo permanente a pesar del desfallecimiento en la cima entre PC2 y 3 con la bicicleta al hombro, por los neumáticos y la bomba. A todos los fotógrafos y camarógrafos (son la misma asistencia) que cubrieron el evento.
Entrenaremos duro, pondremos un mejor tensor, llevaremos otro de repuesto (porque lo que se lleva de repuesto nunca se necesita como el neumático de bicicleta que teníamos), tendremos mejor odómetro o dos, sabremos navegar mejor (no sólo sobre neumático), revisaremos el mapa entre cada PC, esperamos llevar más kits escolares.
Alejandro Rodriguez