¡Por qué corre la gente y por qué corrí yo la primera vez! - Andrea Mesa
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Esta historia responde a la pregunta:¿ por qué corre la gente?
Con mis amigos he comentado que el recuerdo generalizado que tenemos cuando nos hablan de correr: En el colegio el profe de educación física a pleno rayo de sol dice:” todos a dar vueltas a la cancha” y era simple de entender si no corren no hay balones ‼
Con esa idea nos fuimos quedando, de manera que el que practica: baloncesto, fútbol, vóley, ping-pong etc, ese es el que pasa rico en su tiempo libre y la gente dice con orgullo:”juego fútbol, juego baloncesto etc” y quienes escuchan ese plan dicen:”que rico ir al jugar fútbol, a patinar a montar en bici etc”.
Pero cuando uno le cuenta a la gente que corre, la cara del oyente lo dice todo :”está loca (o)” pero todo tiene que venir de allá , de la infancia en la que correr era una tortura y así literalmente cuando castigan a los soldados aún, no le dan un balón de fútbol para que juegue, no señor lo mandan a trotar hasta que no pueda mas (voltear), y más de un padre de familia queriendo imponer una pena ejemplar dice: “dele 30 vueltas a la cancha”.
Cuando uno hace lo que todos hacen entonces es aceptado y es uno más, pero cuando uno hace algo que no hacen todos y que además requiere disciplina, y que implica esfuerzo y que no es algo fácil entonces corre y si, creo que estamos un poco locos.
Escuché el apasionamiento de un atleta aficionado (como yo) y describía con orgullo y con una mirada transparente lo que significaba dejar de lado la rumba un día porque tenía carrera al siguiente, y su entrenamiento no se podía ver afectado. Imaginé que el beneficio debía ser invaluable y decidí intentarlo.
Tener las agallas para salir a la calle o al parque a correr de día o de noche con frio o con sol y ser observado como bicho raro significa romper la barrera de las excusas y cuando uno se le mide a ese reto ya es diferente y tiene su primera medalla inmaterial. El interés se incrementa cuando indagas sobre lo que haces y vas descubriendo un pequeño gran mundo que promete, a mi me pasó y decidí un día no comprar ropa esta vez, quería mis tenis y ya no consumí como antes, ahora era una inversión de vida.
Un cuadrito en la pared con caritas felices cada día que corría.
Un lema que ahora está en mi mente: “no dejes más de tres días sin correr”
y las endorfinas llenando mi vida de felicidad.
No era necesario decir que dejaría de fumar, es que si fumaba me daba cuenta que la embarraba por que disminuía mi rendimiento, una dieta sana porque todo se refleja a la hora de correr, necesitaba frutas y verduras, más carne y menos basurita.
Un buen amigo para compartir el compromiso y no dejarnos desfallecer!
Dormir mejor porque los músculos necesitan una pausa, y aprender a conocer y escuchar a mi cuerpo.
La hora de oír mi música sin interrupciones elevada y transportada que delicia.
La pista de trote del Simón como el espacio ideal para ausentarse de todo y estar en el paraíso contemplativo.
Descubrí la clave de la felicidad por el comentario apasionado de un atleta aficionado (como yo), agradezco haberlo escuchado porque vi la vida diferente y el 24 de octubre de 2010 cuando llegue a la meta en la carrera de la mujer en Bogotá me di cuenta que cambié, ya no podría dejar de correr, porque la inyección de paz es una experiencia Zen, y cada vez que rompo el punto de dolor y cansancio soy uno con el todo, estoy en éxtasis en mi y quiero que todos sean felices porque yo soy feliz ¡
Andrea Mesa Salcedo