Me llamo Jorge Mario Sierra. El 24 de enero de 2016, día de la Maratón de Miami, tenía 51 años, un mes y 24 días. Esta es mi historia de cómo me gradué de maratonista.


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En el 2008 una amiga me animó a inscribirme en una carrera de 10 K. Corrí…..no, me arrastré hasta la meta, pero terminé. Muerto, pero feliz. Desde entonces fueron muchas carreras de 10 K, algunas de 12 K y 9 medias maratones: 4 de Las Flores en Medellín, 2 de Cali, 2 de Bogotá y una de La Ceja.

En todo este trajín, logré involucrar a mi hijo Daniel, luego a unas amigas que juegan vóley con mi esposa Silvia y por último, a ella, cansada de ser la viuda de los fines de semana del viejito atleta.

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El grupo completo que llegó a Miami

Un día tomé la decisión de correr una maratón. A pesar de la resistencia de algunas personas, finalmente con el grupo de amigos buscamos un entrenador y nos pusimos en la tarea de prepararnos con el propósito de terminar, sin importar el tiempo. Nos ganamos la lotería, porque conseguimos dos entrenadores excelentes, los mejores. Entendieron nuestro sueño y crearon un plan de entrenamientos que nos garantizara pasar la meta.

Muchos kilómetros, mucho sacrificio, pero cada vez notábamos el progreso. Entonces seleccionamos el objetivo, la maratón de Miami el 24 de enero de 2016. Con los nervios en el punto más alto, viajamos. En la feria recibimos nuestros números y camisetas. Todos los días que mirábamos el pronóstico del clima, la situación era: día soleado, pero temperaturas muy bajas y viento, mucho viento.

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Día de la carrera. 3:00 a.m. Suena el despertador. Yo lo estaba esperando hace mucho rato. Dormí muy poco. Nos arreglamos y desayunamos según el plan. Tomamos el taxi hacia el sitio de salida y me pareció que el clima no se veía tan mal….hasta que nos bajamos del taxi. Un viento helado nos recibió y nos puso en claro que las condiciones iban a ser duras. Miré a Silvia quien correría sus primeros 21 K. y a Daniel que también va a intentar terminar su primer maratón, ambos temblando de frio igual que yo. Me pregunté: ¿en qué los he metido?, se van a enfermar y con este clima no creo que podamos terminar. Nos toman algunas fotos donde sonreíamos por no llorar del frio y del miedo. Nos dirigimos al sitio de salida.

Una gran cantidad de corredores nos reunimos pegados contra el estadio de los Miami Heats. Parecíamos los pingüinos emperador en la Antártida, todos juntos buscando calor y que alguien nos protegiera del viento. Nos llaman a los corrales y vamos al J, el penúltimo en salir, pues Silvia y yo sabemos que somos lentos. Daniel cambió su corral en la feria para este mismo pues dijo que quería que saliéramos los 3 juntos.

Van saliendo los corredores, tratamos de animarnos, estoy que me reviento del miedo. Cuando ya estamos a punto de salir, me despido de Silvia. Cuando me voy a despedir de Daniel me dice:

“Pa´, yo solo tengo 19 años y puedo tener muchas carreras para hacer buenos tiempos, pero esta primera maratón la quiero correr contigo y que terminemos juntos”.
Un muchacho de 19 años está sacrificando un buen tiempo en su primera maratón para acompañar a su padre que es una tortuga. Ese fue el mejor regalo que Daniel me ha dado en toda su vida.

¡Y salimos!!!! El miedo y el frío me hacen temblar durante unos minutos, hasta que bajando el inicio del primer puente nos encontramos con un paisaje espectacular. Y entonces todo se vuelve magia. Corremos muy sueltos. Hemos entrenado en Envigado a unos 1.400 metros sobre el nivel del mar y en el Oriente Antioqueño a unos 2.200. Nos sobra el aire y podemos conversar. Bueno, la verdad es que la sorpresa es que yo puedo conversar, ya que Daniel va de paseo a mi ritmo. Alcanzamos la pacer de las 5:30. Al pasarla le digo que es mi pacer favorita y que nos vemos más adelante para terminar con ella.

Sin embargo, unos metros después tenemos que entrar al baño y este chistecito nos retrasa cerca de 10 minutos. Cuando retomamos la carrera sigo muy suelto, no siento las millas….ni la cara, ni las manos, ni las piernas, pues sigo con mucho frio.

En las calles de Miami Beach volvemos a alcanzar la pacer de 5:30. Esta vez hablamos, le contamos que somos de Colombia y ella se emociona mucho pues también es colombiana. Nos anima a seguir, porque dice que vamos mucho mejor que lo que ella hará de tiempo. Me quito la chaqueta cortavientos y le muestro la camiseta que mandamos a hacer para la carrera. Dice Colombia, Jota que es como me dicen en la casa, y en la parte de atrás una dedicatoria para nuestro amigo Cesar, esposo de Mary que está corriendo los 42 K también, y quien falleció hace poco más de un mes.

Aquí se nos une una joven de Cali, Estefanía Mejía. Es una gran compañía y aunque es su primera carrera de 21k, va muy bien. Corre con nosotros por algunas millas, pero un dolor le hace disminuir el ritmo. Nos despedimos. Le prometo que la voy a mencionar en el Blog de Nati y Daniel y yo seguimos.

Salimos del puente de regreso a Miami en la milla 11. Estoy feliz hablando y midiendo la carrera en millas, pues son sólo 26, como si no fueran igual de largas que los 42 kilómetros. Pero noto que me hace muy bien mentalmente correr pensando en 26 y no en 42. Bobadas mentales de los loquitos que hacemos este deporte.

Llegamos al punto donde los de los 21 K se separan, pues están a metros de la meta y nosotros sólo en la mitad. Qué tentación tan grande cambiarse de carril y terminar ya, pero es más fuerte el deseo de cumplir con los 42 K y con mi escudero al lado seguimos nuestra ruta. Ahora hay muy poca gente en la carrera y pocos animadores. El sol trata de calentar algo. La ruta sigue siendo preciosa. Me impresiona que en cada cruce, sin excepción, haya como mínimo una patrulla de policía atenta a que podamos pasar sin ningún obstáculo. La organización es perfecta. La hidratación sobra.

Entonces, empiezo a notar que he bajado mucho el ritmo y que me estoy cansando de manera exponencial. A pesar de haberme regulado, hidratado bien, alimentado con mis geles y una pastilla mágica con sales que nos dio Juan, un super atleta amigo, me siento mal. ¿Será que no tengo fuerzas para terminar esto? Y si tengo que parar le arruino la primera maratón a mi hijo. Con toda la angustia de estos pensamientos encontramos a un señor que está corriendo su maratón 30 y es un sobreviviente al cáncer, una joven que corre por su padre enfermo, Ale de Venezuela que corre por sus hijas, una señora de Puerto Rico, una joven de Costa Rica, que nos grita Pura Vida, cuando pasamos a su lado, Agustín de México y muchas personas que saludamos y nos saludan, haciéndonos solidarios en la lucha contra nuestros maltratados cuerpos.

Entramos en la vía a Los Cayos. Voy arrastrándome. No se si es el famoso muro, pero me siento sin fuerzas y coincide con la distancia en que dicen que aparece. Para completar veo un puente altísimo al frente y pienso seriamente en empezar a llorar. Afortunadamente el retorno está por debajo del puente. Como puedo y alentado por mi ángel guardián Daniel, logro llegar a la avenida que nos llevará a la meta.

Milla 24. ¡El milagro!!!! No se de dónde ni cómo ocurrió. Pero de repente, toda la adrenalina guardada se me sube a la cabeza y le digo a Daniel que vamos con todo a terminar. Aceleramos. Me siento más fuerte y veloz que cualquier keniano campeón. Seguro sólo he aumentado un poco el terrible ritmo, pero me siento volando. Pasamos mucha gente, bueno, algunas personas que ya están muertas, pues no quedamos muchos corriendo. Rematamos con el alma las dos millas finales. En un cruce un policía nos dice: buen trabajo muchachos, pasan el puente doblan a la derecha y en pocos metros está la meta. Quería abrazar y besar al policía, pero pensé que no sería bonito terminar en la cárcel y deportado por asalto a un oficial. Subimos el puente, bajamos, doblamos a la derecha y estamos entre las barreras que indican que la meta está a metros.

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Queda poco público pero todos nos animan. El sudor y los lentes de correr disimulan bastante bien mis lágrimas, hasta parezco un atleta de verdad. Curva a la izquierda y la recta final a la meta. Laura mi hija que se estaba congelando en la tribuna levanta sus pancartas que dicen que es fan de Daniel y su papi. Silvia nos grita desde la tribuna.

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Mi familia se ha involucrado en esta locura y han hecho grandes sacrificios para que pueda realizarla. Nunca podré pagarles esto. El animador está en la calle de llegada, pues ya quedamos muy poquitos locos terminando esto. Nos ve y dice Jota and Daniel…de Colombia!!!! Casi me muero del orgullo. Gritamos de felicidad cruzando. No puedo creer que el viejito haya podido completar esto.

Y llegamos. Pasamos la meta en 5 horas 20 minutos. La señora de la medalla no me la entrega como en casi todas las carreras. Se toma el tiempo para ponérmela. Abrazo a Daniel. Llegan Silvia y Laura. ¡Estamos felices!!!! Todos los que vinimos en el grupo terminamos nuestras carreras completas. Silvia y Mónica en sus primeros 21 K y Claudia, Mary, Daniel y yo en nuestra primer maratón.

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Casi no puedo andar. Todo, incluyendo partes del cuerpo que no sabía que tenía, me duele. Pero ¡estoy feliz!!! Pienso dormir y viajar con la medalla. Tengo en mi mente a todos aquellos con los que he compartido este sueño: el equipo Trotones conformado por Claudia, Mary, Monica, Gloria, Julieth, Patricia, Silvia, Daniel, Cesar que siempre será parte de nosotros y yo; los atletas de Envigado que nos han enseñado tanto y nos han soportado a pesar de que somos los lentos; Luis Alfonso y Hernán nuestros entrenadores, que organizaron la parte técnica de este sueño; mi mamá, mi papá, mis hermanos, mi sobrina, mis cuñados que han tenido que aguantar el temita de correr tan repetitivo por parte mía; muchos amigos que estuvieron pendientes del desarrollo de esta locura. Y Nati, con quien he hablado sólo por este medio, pero a quien respeto profundamente como corredora y escritora, y que con su blog logró ponerle la cereza al pastel de la esperanza de terminar mi primer maratón a mis 51 años.

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Ahora, unos días después y en mi casa, pienso en todo como si hubiera sido un buen sueño. Las ampollas, un dedo negro, pero en especial la medalla me recuerdan que fue realidad.
¡¡¡Hasta las próximas 26 millas!!!


Jorge Mario Sierra Marín
MARATONISTA.

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