¡Grandes corridas! ... una gran corrida, esta vez multitudinaria... - William Delgado
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He sido testigo de nuevo de una gran corrida, esta vez multitudinaria, bueno, como siempre, es una orgía de gente actuando por conseguir un objetivo común, iniciar y terminar.
¡Sí que si!, una vez más he tenido la fortuna de participar, como aficionado, en una carrera que reúne a un montón de gente en un punto A, para llegar a un punto B (no hablo de cifras, porque me quedan grandes, pero si les hago caso a los numeritos que se pegan con ganchos en la camiseta, serían más de cuarenta mil).
"Un mar de gente", diría el animador en tarima, se dirigía al punto de encuentro, un parque ubicado en algún punto de la ciudad, arriban en taxis, caminando, en buseta, en carros privados, en transmilenio, todos anhelan su llegada puntual (soy de los que llega en buseta y me bajo en donde no es, no por placer ni estrategia, simple, y llanamente, por perdido).
Tras un calentamiento, al que le pongo la mejor de las fes (fe, en plural), para conseguir estar aclimatado, al ritmo de la competencia y con el impulso necesario para iniciar a correr y llegar corriendo, la carrera arranca y es anunciada por el susodicho animador, el grito de la gente y otro animador, dueño de un sonido estremecedor que se ubica en el primer tramo del recorrido. El primer pique se confunde entre pininos (así le llamamos en mi tierra a los primeros pasos que dan los guagüitas (los guagüitas son los niños chiquitos, también se les dice así en mi tierra) aprendiendo a caminar), ejercicio con elíptica (por más que se quiera avanzar el trote es en un solo puesto) o una correría de Semana Santa hacia la iglesia de Las Lajas (o hacia el cerro de Monserrate en la misma época). En fin, arrancar trotando, es imposible y sólo se puede empezar a correr a los 5 o 10 minutos después de haber pasado la pancarta que anuncia la [S A L I D A].
Una vez tomo el ritmo del "trote", mi felicidad es adelantar a cuanta gente se pueda (y fingir que, a mi, nadie me adelanta), esquivar personas que frenan en seco porque se les perdió su compañero de competencia, saltar al perrito vestido con la camiseta de Colombia, correr hacia uno de los extremos de la calle porque una familia o grupo de amigos va de lado a lado caminando, practicar la flexibilidad, estilo Matrix, para no chocar con quienes se atraviesan buscando la bebida que regalan, en fin, todo es un divertido reto.
Niños, abuelos, esposos, esposas, esposo y esposa, compañeros de trabajo, solos, acompañados, gente con el cuerpo completo, gente que no (los admiro), clubes, marcas, deportistas, los del gym, artistas, políticos, bonitos, feos, altos, bajitos, negros, blancos, amarillos (colorados y pálidos), conocidos, desconocidos y los del montón (yo, por ejemplo) hacen parte del recorrido, aunque se alcanzan a identificar roles sociales, en esta carrera, nada de eso importa, lo que importa está adelante y todos van, vamos, hacia allá. La gente que acompaña la carrera desde las orillas lo sabe, desde los aplausos del ser más humilde, hasta la campanita, que a mi se me asemeja a aquellas que usa la gente rica para llamar a sus empleados, se confunden con los gritos de ánimo dirigidos a todos los trotones (patentaré esta palabra "trotón").
No quisiera hablar de detalles feos, de hecho no hay muchos, pero sí uno que me pareció insólito, entre lo desapercibido que se puede pasar durante la carrera, un grupo de gente pareciera hacerse notar, y son los miembros de las fuerzas armadas que, además que ocupan casi todo el ancho de la calle por donde se trota, canta todas sus "arengas" para dejar claro que ahí va el poder, ahí van los fuertes, esa es mi percepción, percepción que cambió (aún más para mal) cuando escuché de sus voces un canto en especial en que mencionaban que su fin era "darle un tiro en la frente al enemigo" ¡esto es una porquería señores soldados! no es un escenario en donde tengan si quiera derecho a decirlo (En su momento envié mi mensaje de crítica al respecto a la cuenta de Twitter del ejército nacional, a don Petro y hasta a don Santos. Un poco iluso yo al pensar que me pararían bolas).
Ya para finalizar y un tanto desahogado de mi experiencia como trotón :) (me gustó la palabreja), debo decir que "las corridas" se están convirtiendo, para mi, en una adicción, cuanta carrera existe es una invitación directa para participar y procuro siempre estar. ¡Ah! y perdón por la mala utilización de las palabras: corrida y trotón (que de hecho no existe).
Willian Delgado