Imagen tomada de www.theguardian.com

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Lo que pasa entre la milla 6 y la 11 es el enigma de la meditación. Ese momento que no recuerdo al final de la trotada, cuando ya no escucho la voz de la aplicación en el cel que me dice cuánto llevo en tiempo y distancia. Cuando dejo de meta-analizar lo que siento y pienso para escribirlo en este blog y sólo me quedo en el aquí y el ahora. Cuando solo me importa seguir poniendo los pies correctamente en el piso a cada paso y respirar con calma para economizar mi energía. No tengo ni idea qué pasa por mi mente en ese trayecto, sólo sé que es el estado de meditación del que tanto me hablaba mi Maestra de Shaolín. Ese estado que yo pretendía conseguir con 10 minutos sentada en posición de loto o diamante a los 20 años, hoy, 10 años después, lo consigo luego de mínimo una hora corriendo por la calle. Ya lo decía mi padre: “la verdadera soledad se consigue estando afuera entre la multitud”.

Buda en el Jardín Japonés de San Francisco.

Buda en el Jardín Japonés de San Francisco.

Para muchos de mis amigos, incluso para Jota, correr resulta aburrido, monótono y como sin sentido. Es como que no vas a ninguna parte, corres pa’ un lado y te devuelves al mismo sitio, y si se corre dándole vueltas a un parque es peor. Una y otra vez ves las mismas cosas. No lo puedo negar. Es así, pero cono el tiempo se vuelve un disfrute todo el tiempo. La soledad, la paz y la tranquilidad se vuelven permanentes y llegar a ese estado de vacío cada vez es más fácil. Cuando comencé a correr todas esas cosas me pasaban por la mente, pero sentía que tenía que seguir corriendo; que tenía que enfocarme en la forma de correr (posición de los pies, el movimiento de cadera, los hombros relajados y las manos como sosteniendo huevos) y en mi respiración, profunda y rítmica. Sentía que al correr tenía que dejar atrás la sed, el dolor fantasma y las mil frases desmotivantes que me lanzaba a mí misma. Esa es la meta principal de las posturas de meditación, pasar por encima de todo eso y respirar. Y poco a poco lo he logrado.

Hace tan sólo 4 meses, lo máximo que podía correr eran 6 millas, 60 minutos, no me cabía en la cabeza que pudiera correr el doble y participar en una media maratón. Pagué la inscripción en Marzo porque creo en mí, porque sé que tengo un cuerpo sano y una mente sana y porque sé que si hay otras personas que lo logran, entonces yo podré lograrlo siendo juiciosa con mi entrenamiento. Eso he hecho y he visto el avance. He visto como he mejorado y aquí estoy, a una semana de correr 13.1 millas, 21 kilómetros. Feliz y segura de mí misma, contando con el apoyo de mi familia y de mis amigos. No es fácil, pero de que se puede, se puede y como dice mi madre: ‘la constancia vence, lo que la dicha no alcanza”.

Y ustedes ¿Han intentado meditar? ¿Les ha parecido fácil y han tenido éxito o como yo, se han estrellado con la forma idealizada de meditación? Cuéntenme qué experiencias han tenido. Abrazos!


Natalia Vélez-Guerrero

http://www.navegueruns.com/