Cuando llegue al punto de partida, las nubes estaban muy bajas y había poca gente, atletas de piernas recorridas y reconocidas, era un lugar tan alto que las montañas se contemplaban mirando hacia abajo, esa era mi tercera carrera oficial después de llevar alrededor de dos años entrenando, después de haber participado en dos eventos grandes y con varios colores llenando las calles, me parecía extraño encontrar tan pocos competidores, todos ellos Elite y por lo visto un único recreativo, ya que mi intención con agitar el corazón en cada paso siempre ha sido: el movimiento, la salud y reconocer la grandeza del cuerpo en las grandes distancias que puede atravesar, hasta el momento mi pensamiento no ha dado el paso a la competencia y el alto rendimiento, por lo que encontrarme rodeado de tanta experiencia recuerdo que me sacudió la cabeza.

carlos andres rojas historia de carreraEl escenario fue la Carrera Atlética de Manizales en el 2011, a la cual le imaginaba un camino como de montaña rusa por sus calles y efectivamente el primer descenso vertiginoso fue la bajada de Chipre, llegue a esa carrera porque impulsado por el deseo ardiente de mi padre por el atletismo y sus compañeros de entrenamiento y de vida, comencé a asistir a los eventos a los que tanto tiempo acompañe como espectador, aprovecho también este escrito para aplaudir a mi padre y agradecerle infinitamente por contagiarme el gusto de ponerle la cara al viento y correr libremente como cuando éramos niños, en esa carrera mi padre iba en el grupo de veteranos y yo, por mi edad estaba con los Elite de Colombia, el calentamiento fueron unas pocas vueltas al parque y el estiramiento en las barandas de un mirador que provoca salir volando. 

El tiempo hizo su carrera y llego el momento de salir, todos listos entre la neblina para dar existencia a esos 10 kilómetros, distancia que aun me recuerdo sintiendo el corazón en mis oídos, una vez se dio la señal de partida, recuerdo que todos salieron como disparados, en pocos segundos quede al final del grupo y observando cómo se desvanecían entre la blancura de aquella cima; entre mis principios al trotar ha estado muy presente el comenzar despacio para adaptarme al ritmo e ir aumentando progresivamente, pero la falta de experiencia para ese entonces y un pensamiento de no quedar tan atrás, fue lo que encendió mi fuego y adopte un paso que usualmente era con el que finalizaba mis entrenamientos, a los pocos minutos mis pulmones gritaban por oxigeno y mi mente por motivación, al bajar de Chipre las únicas personas que encontraba en la calle, eran los espectadores que pensando ya no habían mas competidores inundaron la ruta del centro, mientras corría pensaba en el bienestar que sentiría al terminar la carrera, hasta ese momento no había experimentado esa sensación que querer terminar una carrera apenas iniciándola, de todas formas el propósito estuvo al frente y a varios kilómetros, por lo que el esfuerzo estuvo como una segunda sombra, algo especial fue al ver a un corredor más adelante, creo que por la avenida Santander, en ese momento respiraba tan fuerte que comencé a pensarme y a sentirme como un toro, eso me lleno de tanta energía que aun lo pongo en práctica en ciertas ocasiones, cuando pase a mi primer competidor  que no era de categoría elite, ya estaba en calles conocidas, lo cual me dio una sensación de seguridad y de gusto por vivir la ciudad de una manera diferente, lo diferente también fue que al llegar al cable donde estaba esperanzado se terminaba la carrera, no fue así, había una recorrido adicional para completar los 10km, y a pesar de que fue un golpe psicológico también fue un alivio físico porque la primera parte era bajando, cuesta en la que recuerdo haber pasado más gente, al retornar al último tramo de pronunciada inclinación,  de alguna parte saque la fuerza para aumentar el ritmo y terminar con remate al tiempo personal. 

Una vez finalizada la carrera con una camiseta confundida entre sudor y lluvia, me abrace con mi padre, hice mi corto estiramiento habitual y respire, respirar en esos momentos es de las mejores experiencias, y más en esa carrera en la que interiorizaba un aire que tanta falta me había hecho, interiorice también la enseñanza de aquellos pasos, correr progresivamente y respetar el propio ritmo, además de incluir algún ritmo musical durante la actividad, Ay Manizales del alma, los sonidos para tan agitada carrera.
 

Carlos Andrés Rojas

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