De las Semanas de Entrenamiento Terribles y otros Demonios
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Lo que va corrido de la semana ha sido un desastre con respecto a las expectativas de entrenamiento. Esta entrada es un desahogo porque el dolor que tengo en las piernas no me ha dejado correr desde el domingo que fui a la montaña, pero es que el dolor no viene solo! Viene con ideas irracionales, fantasmas y miedos; demonios que intentan apoderarse de mi. Pero no me voy a dejar.
Esto es lo que planeé y lo que ha pasado.
Domingo:
Plan: trotar 7.5 millas en la montaña.
Realidad: troté 8.6 millas, montaña arriba y montaña abajo
Lunes
Plan: nadar 1000 metros
Realidad: descansé
Martes
Plan: trotar 4 millas
Realidad: descansé
Miércoles
Plan: trotar 3 millas en la caminadora y nadar 800 metros
Realidad: troté 0.6 millas porque el dolor no me dejaba hacer más y decidí bajarme de la máquina para ir a nadar. Cuando llegué al vestidor me di cuenta que había olvidado el gorro y las gafas, así que… tampoco nadé Decidí correr en la piscina por 20 minutos y pese a mi incredulidad, salí de la piscina sudando. Como que eso del “pool-running” sí funciona. Y aunque fue bueno, salí a las 6:30 am del gimnasio con la sensación de haber madrugado para nada.
Y es ahí cuando aparecen los demonios disfrazados de preguntas que amenazan mi razón. ¿Y qué tal que para el día de la carrera todavía me duelan los muslos? ¿Qué tal que no descanse lo suficiente y termine afectando mi desempeño? ¿Qué tal que yo crea que estoy bien y en la mitad de la carrera me aparezca un dolor raro y no pueda terminarla? ¿Qué tal que cometa otro error en las 2 semanas y media que hacen falta? AAAAAAAAA!!!!!! Demasiado para un solo día.
Error? Sí, el error estuvo en bajar trotando la montaña el domingo. Cuando se trota cuesta abajo, el deterioro muscular de los muslos es altísimo, cuando el pie toca el piso, el músculo está estirado y ese impacto se puede visualizar como quien hala las hebras de un tejido estirado y éstas se rompen, tardando más tiempo de lo normal en recuperarse. Mientras iba bajando, pensaba en que me iban a doler las piernas al día siguiente, pero el placer de correr libremente bajando la montaña es difícil de describir. Es como el Himno de Antioquia “Amo el sol porque anda libre, sobre la azulada esfera…. nací libre como el viento…. que de monte en monte vuela” (frases sueltas que resuenan en mi memoria aunque aclaro que no nací en esas tierras).
El caso es que ya para hoy jueves, la batalla en mi cabeza se estaba poniendo ruda. La pelea entre la razón, que por tradición domina mi existencia, y mis miedos se fraguó todo el día y aunque me tocó trabajar 12 horas, salí por fin a las 7 p.m. y fui a trotar alrededor de un lago.
Corrí con miedo, pensé que me tocaría parar a mitad de camino, pero esa es la maravilla de correr, cuando llevas en la calle 20 minutos, la mente se calla y uno se deja llevar. Los pensamientos se borran y sólo importa la respiración y el “aquí y el ahora”. Así las cosas:
Jueves
Plan: trotar 4 millas
Realidad: troté 4 millas!!!!! Aún tengo dolor en los muslos, pero no tan intenso como los días anteriores.
Y de ñapa, llego a la casa y me reciben con:
De las dichas de que Brendan, el mejor amigo de Jota, venga de Venezuela es que nos inspira a comer más arepas y empanadas.
Ya me desahogué. Gracias
Natalia Vélez-Guerrero
http://www.navegueruns.com/