Mi historia en la Media Maratón de Bogotá - Eduardo Montenegro
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Martes 1 de Enero de 2013 siendo las 0:02 de la madrugada, ese fue el momento en que tome la decisión de participar en la MMB2013, después de haberme comido esa cuarta uva que representaba una de mis metas personales mas importantes del año, en la cual no solo iba a colocar a prueba mis limites físicos, sino también mentales, terminar los 21km de una media maratón.
Fue así como en Enero, 1 o 2 días después de que abrieran las inscripciones y motivado por recibir la camiseta de entrenamiento, pagué la inscripción, ya con la confirmación de mi inscripción en el correo, parecía no haber vuelta atrás, o al menos eso era lo que quería creer.
Faltando 3 semanas para la carrera una tendinitis en mi rodilla derecha amenazó con impedirme la participación en la carrera, a pesar de esto, decidí trabajar para superar mi lesión, y el lunes previo a la media maratón tome la decisión de correr.
La carrera se inició a las 9:30 a.m., sin embargo poder entrar a un baño y eliminar el exceso de líquidos y de ansiedad hizo que yo diera inicio a mi carrera a las 9:45 a.m., en parte fue mejor porque yo no participaba por ganarle a alguien o por superar un tiempo, participaba por mi gloria personal. La primera parte de la carrera logre alcanzar una concentración tal que me permitió disfrutar del paisaje y olvidarme de mis piernas, la vista de los edificios del centro de Bogota con los cerros de fondo, fue una de las mejores imágenes que guardo en mi memoria. La subida de la 26 a la carrera 7 fue la primera prueba dura, una subida corta pero empinada que me recordó el esfuerzo para el cual debía estar preparado.
El recorrido por la carrera séptima fue relativamente suave, agradable porque muchas personas nos apoyaban a nuestro paso por esta vía, fue justo antes de llegar a la Javeriana que tuve mi primer momento de inspiración, una mujer mayor que se me asemejo mucho a mi abuela materna, estaba participando de la carrera, una marejada de sensaciones recorrió mi cuerpo y animándola a que siguiera, continúe mi recorrido. Recuerpo que a la altura del kilometro 12, supe que iba a poder superar mi prueba, fue entonces cuando pensé, y entonces ¿que viene después? ¿una maratón? después pensé que cada día trae su afán, y en ese momento era apropiado concentrarme en terminar la carrera en la que estaba participando. El recorrido continuó y por la carrera 15, justo al frente de Unilago, un punto de primeros auxilios donde estaban dandole masajes en las pantorrillas a varias personas, me hacia pensar que todos éramos vulnerables a las consecuencias de desgaste físico.
Después del parque el Virrey, llego mi segundo momento de inspiración y tal vez el mas grande, un atleta invidente corriendo con su guía, me recordó que las limitaciones no las determina la ausencia de un órgano, una extremidad, etc, sino nosotros mismos. bajando por la calle 92, empecé a sentirme acalorado a pesar de estar tomando pequeños sorbos de Gatorade cada kilometro, fue cuando tuve que acercarme a un punto de hidratación para tomar una bolsa de agua y echarmela encima, fue una excelente idea en especial por la subida del puente que se aproximaba.
La ultima parte de la carrera, el recorrido desde la carrera 30 hasta el Simon Bolívar, fue una batalla entre mis piernas y mi cabeza, en ocasiones fue difícil, muy difícil mantener la concentración para evitar pensar en lo que sentían mis piernas. Fue así como llegue al kilometro 18, uno de los puntos mas complicados, pues sumado al cansancio físico comencé a sentir fatiga, recuerdo que había comprado unas gomas de energía y ese parecía el momento apropiado para usarlas, cuando abrí el bolsillo de mi cinturón, o sorpresa, no estaban, el bolsillo estaba mal cerrado y se me habían caído, una prueba mas para mi mente que trataba de sobreponerse a unas piernas que me pedían a gritos que parara. A la mitad del kilometro 19 comencé a sentir que el gemelo externo de mi pierna derecha me empezaba a doler, solo pensé, espero que me deje terminar, trate de mantener el ritmo y continuo, la meta, mi gloria estaba solo a pocos metros, cuando por fin vi la llegada, tuve una motivación para hacer el ultimo esfuerzo, cruce la meta al mismo paso con el cual recorrí los últimos 3 kilometro, 7 minutos y 3 segundos por kilometro, lo recuerdo perfectamente, al cruzar la meta, sentir el pito de la lectura del chip, apreté el puño, pare mi cronometro, y victorioso me sentí completamente extasiado, de haber alcanzado mi gloria.
Esta experiencia me recordó que los limites están en mi cabeza, que lo que yo me proponga, con la preparación adecuada, lo puedo lograr, que el cielo no puede ser el limite cuando hay huellas en la luna.
Eduardo Montenegro Duque