Mi última media maratón antes de cumplir 50 años - Jorge Mario Sierra Marín
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He entrenado mucho esta vez. Ya uso unos tenis buenos para correr y un reloj que mide distancias, tiempos, promedios, calorías, etc. Llevo cerca de 800 kilómetros de entrenamientos y carreras entre 10 y 21 kilómetros. Aunque nunca he tenido problemas con el peso, estoy siguiendo un programa diseñado por una profesional en el tema, que además también corre, es amiga y compañera de entrenamientos y carreras. Sigo siendo una tortuga, pero ya puedo terminar sin sentir que me estoy muriendo.
El propósito para este 2014 era correr las medias maratones de Cali, Bogotá y Medellín. En Cali me tuve que retirar por una lesión en un dedo. La peor sensación que he tenido desde que empecé a correr fue esa, retirarme de una carrera. Me dolía el pie, pero más me dolía el orgullo. Fuimos a Bogotá con mucho más entrenamiento y casi todo fue en el oriente Antioqueño, buscando acostumbrarme a la altura. Corrí y terminé. Mi mejor tiempo en 21 K. 2 horas y 33 minutos. Gran avance para la tortuga. Y lo mejor, terminé bien, muy cansado pero sin dolores. Entonces listo para la Media de Medellín.
Llegó el día. Estoy con Daniel mi hijo en el sitio de salida. Él es mi soporte, mi ángel guardián en los entrenamientos y carreras. No pudimos encontrar a 2 amigas que también van a correr, Claudia y Patricia. Y salimos!!!!! Estoy muy nervioso. Tengo planificada la carrera para 2 horas 30 minutos. En el primer minuto ya no veo a Daniel y me siento desamparado. Me imagino que así se sintió él en su primer día de guardería, cuando me dolió más a mi dejarlo. No sé si estar pendiente del reloj o no. Sin embargo, cerca del cruce de San Juan con la 80 miro y voy algo lento. Es decir, más lento de lo planeado. Soy una tortuga…pero de las lentas.
Acelero un poco y el resultado es que ya no me pasa todo el mundo. Tampoco es que pase a muchos, pero seguimos. Alcanzo a mi primo Luis Jaime, quien es un referente, pues tiene mi edad y corre más o menos a mi ritmo. Lo saludo y sigo….por poco tiempo, me alcanza y me pasa por la Universidad de Antioquia. Vuelve el temor de quedarme sin fuerzas, como el año anterior. Pero veo una diferencia que me anima: aunque se que siempre soy de los últimos, esta vez voy en un grupo grande, o he mejorado algo o este año están todos los lentos corriendo.
Túnel de la Oriental, el infierno del año anterior. Decido bajar la mirada y concentrarme en salir de ahí lo mejor posible. Objetivo logrado!!! Llego al puente de San Diego y recuerdo que hace un año iba por esos lados cuando Daniel me llamó para avisarme que ya había llegado. Voy cansado pero todavía no me arrastro. Es más no me han alcanzado los delos 10 K y eso me da ánimos.
Puente de Premium Plaza, ahora si estoy a punto de entrar en mi paso babosa. Pero un señor que va a mi lado me mira y me dice que vamos por la última subida hasta el Centro Automotriz, que trae una lesión en una rodilla que le impide bajar bien pero no le molesta para subir. En ese tramo, casi me quedo del ritmo de él, pero me anima, está pendiente de que no desfallezca. Y llegamos al kilómetro 18. Me da un empujón y me dice que no me detenga, que conserve el ritmo, que él tiene que disminuir, por su dolor de rodilla. No sé cómo se llama, no miré su número, no le dije nada más. Ojalá lea esto. Si no hubiera estado en esos momentos, aunque posiblemente no hubiera abandonado, si habría terminado arrastrándome. Muchas gracias amigo.
Voy terminando y aunque ya estoy muy cansado y mi ritmo es bastante más lento, se que lo voy a lograr. Últimos metros, último esfuerzo, Silvia mi esposa, Laura mi hija y Daniel me gritan desde la barrera. El alma me da un brinco al verlos alentándome. Y terminé!!! 2 horas 27 minutos!!! El nuevo record de la tortuga.
Apenas paso la meta me doy cuenta que Patricia y Claudia están terminando al mismo tiempo. Mucha alegría. Un gran abrazo. La medalla. El encuentro con mi familia. Estos momentos son los que hacen que valga la pena entrenar, sacrificarse. Por eso corro. Por eso voy a seguir corriendo. Aunque sea a mi paso de tortuga o mi remate de babosa.
Jorge Mario Sierra Marín