No fue solo mi debut, sino el inicio de un capitulo memorable en mi vida - Eimar Alfonso Espitia
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¡Suéltenos, Suéltenos!, gritaba un gracioso dentro del tumulto de gente que había en la línea de partida, en la que yo me encontraba, lleno de miedo, con las sensaciones que solo pueden sentirse en ese momento en que vas a participar en tu primera carrera, esperando a que se diera el pistolazo inicial, mentalizado en superarme, y más que eso en pisar esa bendita alfombra que activaría el chip, ya que nos habían advertido que al no pasar por ella no sería contabilizado el tiempo, que al final es lo que todos queremos registrar ya que no es un tiempo de competencia sino de vida.
Pero espere, no vayamos tan rápido, aunque es lo que todos queremos; En ese momento no fue donde inicio mi carrera; Estos 10.5 km los estaba preparando hacía seis meses, seis meses en los que deje hasta mi última gota de sudor en las calles, en las carreteras, en el campo de futbol, seis meses en los que sacrifique muchas cosas, mi estudio, mi tiempo en familia, mi sueño ya que despertaba a las 4:30 a.m. a entrenar, las farras con mis amigos que solo me decían loco, y no sé qué más tan solo por una carrerita; pero no fue tan solo eso, fue una carrera que cambió mi vida, que me inventó un nuevo mundo, en el cuál caí como caen esos jóvenes enamorados en el amor, y del cual ahora no puedo salir, ¡ayuda! Me envicié con él, es el mundo del atletismo, que aunque no es un deporte muy valorado solo quienes estamos ahí sabemos el significado del sacrifico que hay que hacer, es aquí donde se debe ¡Tener agallas!
Día a día entrenaba y veía como se acercaba ese gran día, ese gran 28 de Octubre que daría lugar en la ciudad de Bucaramanga el ¼ de maratón de la FCV, entrenaba como loco pero con grandes metas, esas metas que me propuse cuando empecé en esto, cuando empecé solo con el deseo de superarme, con el deseo de ver que si podía, que era capaz, donde mi primer reto no fue dejar de lado las cobijas y colocarme los tenis, sino el de decirle a mis amigos, ¡parce hoy no los acompaño a la fiesta que tienen!, o ¡mamá, papá, hoy no puedo ir a visitarlos, tengo que entrenar!, y más aún ¡hijuemadre se me olvidó estudiar para el parcial por estar en el estadio!, ese fue mi primer reto, tener que nuevamente organizar mi vida, lo demás se dio por añadidura, ya que tenía esa mentalidad, mi mente estaba fuerte, solo quería que llegara ese día, que se acercaba muy rápido, es como si hubiese tenido un imán mental que me quería tener en esa competencia.
Así es como llegó ese día, para nada normal, bueno creo que solo para mí, porque era inevitable esa emoción, esas palabras que decía ¡me voy pa mi primera carrera!, aunque no era un decir porque tenía que viajar dos horas desde San Gil para llegar a ese parque donde iniciaría la competencia, pero sabía que era un viaje para nada comparable porque tendría en el camino ante mis ojos el imponente cañón del chicamocha.
Carrera 27 Bucaramanga al inicio competencia. Fuente: vanguardia.com
Al llegar al parque Turbay (Donde iniciaba el ¼ de maratón) vi tantísima gente que lo primero que le dije a mi padre quién me acompañaba fue ¡mano llegué tarde!, me coloque la ropa adecuada y estuve en mí stand de salida con el número 00089 en mi pecho en menos de lo que canta un gallo, jajaja con el detalle que estuve hay paradote más de una hora antes de la partida, Todo por ser un novato.
Ahora sí llegó la hora de la verdad, me encuentro alrededor de tanta gente a tan solo unos metros de la alfombra de activación de chip en la partida, esperando ese sonido que me iba a decir ¡hágale!, tanto lo esperaba que me cogió desprevenido, arrancó la competencia, la parte más dura, mientras te puedas liberar de los codazos, zancadillas, pisotones y demás caricias que solo se pueden dar en ese momento de partida. Así empezó mi carrera de superación, mi carrera de vida, esa carrera que me diría, ¡Puedes dar mucho!
Veía como cada zancada que avanzaba me daba más ganas de seguir, mi cuerpo aguantaba, estaba full, cuando en el kilómetro 3 llega la primera pendiente y veo como muchas personas que arrancaron a mil se iban quedando atrás. Yo seguía adelante, miro al frente y observo como los atletas de élite y los más profesionales, se van alejando, volteó la cabeza y la imagen es más motivadora ¡soy más rápido que muchos!
Cuando logró desprenderme de todo el grupo, veo que mi competencia es tan solo con dos atletas más en ese momento, nos encontrábamos los tres en solitario pero con todo ese aliento que la gente te da en cada una de las calles ¡Tú puedes!, ¡Vamos!, incluso ¡Come On! Jajaja. Es espectacular, es un impulso en la competencia. Kilómetro 7, Uno de los atletas que van a mi par intenta sobrepasarme, pero tomo aire y la verdad no sé qué tenía pero me dio energía para tomarle más de 100 metros de ventaja.
Siguen las palabras motivadoras de los espectadores, y más aún cuando se acerca la meta, kilómetro 9, es sensacional el paisaje, la gente, te ven como si fueras un campeón, Lucha, lucha, falta poco, y a lo lejos veo que hay un cartel con unas palabras mágicas. ¡Últimos 500 Metros!, eran tan mágicas que me dio la sensación que nunca se iban a acabar ese medio kilómetro, tal vez porque quería llegar ya al crono.
Voy en solitario y veo que la gente me aplaude, y escucho que por un altavoz me dicen: ¡Muestre el número! Jajaja… estaba que se me caía, tal vez por agua que me había refrescado la cabeza. Cuando al fin doy un paso largo y en el aire veo que el cronometro marca 00:45:24, caigo y piso la alfombra que me marcaría el tiempo en chip, esa alfombra que me hizo sentir un campeón, me sentí Usain Bolt, o Mo Farah en Bucaramanga, y aún más con ese tiempo que no era de superatleta pero que para mí lo era.
Mis estadísticas
Ya descansaba de este sueño hecho realidad cuando veo que mi padre se acerca y me felicita, un motivante más, así le pregunto si sabía en qué puesto quede y me dice: ¡NO SE! Jajaja… bueno una pregunta de un novato ya que es difícil saber la posición, y de recompensa tome mucho líquido, demasiado, tanto que no pude almorzar. Jajaja.
El hecho de cruzar la meta no fue tan solo terminar una competencia, sino el inicio de muchas más, el inicio de una nueva vida, una vida en el mundo del atletismo de fondo, y no solo eso, sino que se conocen nuevas amistades, nuevos lugares y lo más maravilloso, se obtienen muchos sueños.
¡SUEÑOS! Si eso, sueños, que en mí son tan fuertes como el diamante colombiano, que me hacen verme dentro de unos años en una ultra maratón, es sensacional ver aquellos atletas que terminan competencias de 100km, 250 km, son de otro mundo, es eso, de otro mundo y yo ya no vivo en un mundo normal, sino en uno de sacrificio y entrega, de amor y motivación, de aliento, de paciencia, de trabajo y compañerismo ese mundo que es llamado ATLETISMO.
Eimar Alfonso Espitia