El running, el reto de vencerse a uno mismo - Jhon Jairo Hoyos
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Desde pequeño me han gustado las carreras, esta afición inició cuando veía los resúmenes en blanco y negro de los olímpicos donde mostraban a Abebe Bikila, Paavo Nurmi, Frank Shorter, etc los grandes fondistas de la historia. Es increíble ver como el hombre se enfrenta contra sí mismo, contra sus limitaciones, contra sus debilidades y contra sus deseos de abandonar cuando ve que las fuerzas le abandonan y sin embrago continua y supera su cansancio y llega a la meta sin importar el lugar y el tiempo perdido, lo único que importa es traspasar la línea que indica la meta y demostrarse a uno mismo que se ha vencido a nuestros grandes enemigos: el dolor y el cansancio.
Cuando estaba en el colegio una vez al mes nos llevaban a un lugar llamado el Picacho en la clase de educación Física en donde la calificación era por tiempo, había que llegar en un tiempo de 25 minutos para obtener una buena calificación, los que llegaban fuera del tiempo les iba bastante mal con la nota. Arrancábamos desde la variante, se hacía un circuito y teníamos la presión de llegar dentro del tiempo y con el ansia de llegar en los primeros lugares, algunos hacían trampa y se atravesaban por un cultivo para acortar tiempo, pero los más aficionados a correr si nos matábamos por llegar en el primer lugar pues era una forma de mostrar nuestra superioridad en nuestras mentes de adolescentes.
Luego en la Universidad del Valle seguí con el amor a correr y escogí atletismo como deporte para completar los créditos, fue una gran experiencia pues enseñaban las diferentes técnicas de los lanzamientos, los saltos y a correr en la pista, además de que hacían el test de Cooper para ver en qué estado físico estaba uno y lo pasé de forma sobresaliente. En esos tiempos estaban haciendo los juegos interfacultades y como estabamos con la fiebre del atletismo todos nos inscribimos, mis compañeros fueron más prudentes y por salir en el paso lo hicieron en los 100 y los 200 metros planos, yo con sobradez me inscribí en los 1.500 m. El día de la carrera me coloqué mis mejores tenis y la pinta para competir, medio calenté y cuando llegue a la pista y veo a los rivales con la camiseta de selección Colombia, selección Valle, selección Cauca, etc. Vi que la cosa iba a estar dificil. Nos ubicamos en la linea de salida y el ritmo fue impresionante desde que se inició la carrera, traté de seguir adelante pero poco a poco me fui rezagando y quedando en el último lugar, ser último por primera vez en mi vida en una carrera fue impactante y cuando ibamos llegando a los ochocientos metros decidi abandonar la carrera. Esa fue mi primera frustración en las carreras y me mostró que el nivel competitivo de los que entrenan todos los dias es muy diferente del de aquellos que corremos de vez en cuando.
Después de la universidad, al ingresar en el campo laboral deje de lado un poco la practica atlética porque el trabajo era bastante estresante y quedaba muy poco tiempo para dedicarle al deporte, solo podía trotar los fines de semana un rato en el estadio con los deportistas de fin de semana que quieren hacer en un solo dia todo el deporte que no han podido hacer en todo el resto de la semana. Con tan poco entrenamiento en esos años participé en la carrera atlética Ciudad de Tuluá, en la Rio Cali, en la del Café de Trujillo y en la de Buga de Diciembre, con resultados bastante modestos por el poco entrenamiento.
Este año 2014 como hacemos casi todos con los propósitos de fin de año me hice el propósito de hacer más deporte y participar en la carrera atlética de Tuluá, que siempre ha sido a comienzos del año por el mes de Febrero. Asi que el cuatro de Enero estaba en el estadio empezando a entrenar con miras a enfrentar los 15 Km de la categoría elite que es una distancia un poco difícil de hacer para aquellos que corremos solo de manera recreativa. Empecé corriendo 5 kilómetros, después 10 kilómetros y así hasta llegar a las 15 kilómetros en los que me sentí un poco ahogado pero yendo a mi paso hacia todo el recorrido. Mientras entrenaba conocí a varios que estaban con el mismo propósito de competir en la carrera. En el mundo de los aficionados al running hay mucha solidaridad y compañerismo, nos colaboramos en todo lo que se pueda, aunque eso no deja de presentar el espíritu de competencia que todos tenemos y no hay mejor sensación que llegar en mejor ubicación que los compañeros de entrenamiento.
Seguí con el entrenamiento y recibimos el anuncio que la carrera se había corrido para el mes de Julio, debido a que es subvencionada con los dineros oficiales y porque había elecciones este año los recursos se demoraban por la Ley de Garantías, de todas maneras segui con los entrenamientos, aunque ya no tan fuerte porque el trabajo estaba un poco pesado y ya no podía entrenar un día de por medio sino por ahí cada dos o tres días.
Se llegó el 6 de Julio y como siempre esta carrera es una fiesta atlética en la que se ven competir desde los niños hasta gente de avanzada edad, esta vez había extranjeros: de Venezuela, Tanzania y Kenia entre otros. Primero corrieron las categorías menores y al grupo de nosotros nos consumía la ansiedad, no veíamos la hora de estar en la línea de partida y más yo que hace cerca de cinco años no sentía la adrenalina de estar en una competencia. Ya acercándose medio día llamaron a la largada, vi que había un buen número de competidores y salimos, los de élite con su paso demoledor, sobre todo los africanos que siempre dominan a su antojo en esta clase de competencias. Nuestro grupo si salió a su paso moderado, mientras los grandes luchaban por ser los primeros, nosotros lo hacíamos por terminar, pasamos el primer circuito, ya que son tres vueltas cada una de cinco kilómetros alrededor del Rio Tuluá, en esta primera vuelta nuestro grupo sufrió las primeras bajas y los demás nos hidratamos y luchamos con todas nuestras fuerzas por continuar. En la segunda vuelta completando los 10 kilómetros, sentía que no podía más, ya no quedábamos sino tres de nuestro grupo y cada vez era más la gente que abandonaba, no solo por los kilómetros recorridos sino también por el fuerte calor que estaba minando el físico de corredores experimentados y nosotros los aficionados. Ya faltando casi dos kilómetros para llegar a la meta los pies no me daban, casi no podía respirar, pensé en abandonar pero mis dos compañeros me daban ánimo y me decidí a terminar como fuera, con el último suspiro mis compañeros y yo llegamos a la meta. Hacía ya mucho rato el keniata Cosmas Rotich y el Tanzanio Julius Gidabuday habían llegado, no nos interesó el tiempo que hicimos, ni la posición que ocupamos, el gran triunfo para nosotros fue terminar la carrera, venciendo a nuestro cansancio y las ganas de rendirnos.
Para el 2015 que viene el propósito es seguir entrenando, ir al gimnasio, tener una rutina y hacer más carreras, algunas 10k y 5k porque el runner quiere vencerse a sí mismo y empezar a tener referencias de tiempo para ir superándose y tener una salud a prueba de todo porque el correr te vuelve más saludable y acaba el mal de estos tiempos modernos el estrés.
Jhon Jairo Hoyos